San Juan es una fiesta popular que se celebra en muchos lugares del mundo, y uno de sus rituales más llamativos es el de caminar sobre brasas. Aunque muchos lo consideran un acto de fe o un desafío a lo sobrenatural, lo cierto es que hay una explicación científica detrás de este fenómeno.
Las brasas ardientes pueden alcanzar temperaturas muy elevadas, pero su capacidad de conducción del calor es limitada. Esto significa que, si se camina con rapidez sobre ellas, el tiempo de contacto con la piel es breve y no da tiempo a que se produzca una quemadura. Además, el sudor que se genera en los pies actúa como una capa protectora adicional.
Sin embargo, esto no significa que caminar sobre brasas sea completamente seguro. Si se realiza de manera incorrecta o sin las debidas precauciones, puede provocar quemaduras graves e incluso daños permanentes en la piel. Por eso, es importante seguir las instrucciones de los expertos y acudir al médico en caso de sufrir alguna lesión.
Pero hay más. Un estudio reciente publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences sugiere que caminar sobre brasas puede tener efectos sorprendentes en el corazón. Los investigadores colocaron pulsímetros a doce personas que caminaron sobre brasas, nueve familiares que los observaban y diecisiete personas sin relación con ellos. Descubrieron que los latidos del corazón de los familiares se sincronizaban con los de los caminantes. Este efecto no se producía en los espectadores que no conocían a los pasadores.