En la esquina de Pedro Nuñez y Avenida El Colono, en nuestro pueblo, se ha convertido en el escenario de una historia fascinante protagonizada por Martín y Wendy, una joven pareja de malabaristas callejeros que ha capturado la atención de todos los transeúntes. Con malabares de machetes durante el día y antorchas por la noche, Martín y Wendy demuestran su destreza y habilidad en medio de la rutina diaria. Ambos son muy jóvenes, ella con 19 años y él con 21. Aunque provienen de diferentes lugares, Posadas y Salta respectivamente, se conocieron en Brasil, donde decidieron emprender una aventura juntos. Martín, quien dejó su hogar a los 12 años, cuenta con propiedades en Córdoba y Salta gracias a una herencia familiar. Sin embargo, ambos optaron por dejar atrás las comodidades para vivir una vida llena de experiencias. Durante muchos años, Martín recorrió casi toda Argentina antes de que Wendy se enamorara perdidamente de él y decidiera unirse a su viaje.
En la actualidad, Wendy se encuentra embarazada de dos meses y juntos se dirigen a Posadas para visitar a uno de sus familiares. Su plan es regresar después del viaje y decidir si el bebé nacerá en Paraguay o Brasil. Una vez que el bebé llegue al mundo, planean regresar a Brasil y establecerse allí. Incluso tienen la intención de comprar un automóvil para continuar viajando en familia. Sin embargo, no todo es perfecto en esta historia. A pesar de su espíritu aventurero, Martín lucha contra el alcoholismo y se ve obligado a tomar una bebida cada vez más fuerte todos los días. Esta adicción representa un desafío para Martín, especialmente ahora que están a punto de convertirse en padres.
Acompañados por cuatro perros leales, Martín y Wendy viajan en colectivo, ocultando a sus mascotas en bolsas sin que nadie sospeche nada. Su objetivo es llegar a Aristóbulo, un pequeño pueblo donde planean quedarse por un tiempo antes de continuar su travesía sin prisas. Hablando sobre su futuro, Martín expresa su deseo de dejar el alcohol por completo, ya que ahora tienen la responsabilidad de criar a su futuro hijo. Sin embargo, ambos viven el día a día y no hacen muchos planes a largo plazo. Aunque Wendy tiene estudios hasta el cuarto año de secundaria, no tiene intención de enviar a su hijo a la escuela, argumentando que prefiere enseñarle ella misma y permitirle decidir su propio camino cuando sea mayor. En cuanto a sus creencias religiosas, Martín es un creyente devoto mientras que Wendy no comparte la misma convicción.
A pesar de las dificultades y los desafíos que enfrentan en su estilo de vida nómada, ambos encuentran felicidad en esta forma de vivir. La presencia de Martín y Wendy en esta ciudad ha dejado una marca indeleble en la comunidad. Muchos los observan con ojos discriminativos debido a su apariencia y vestimenta tatuada. Aunque algunos colaboran y les brindan apoyo monetario, la discriminación aún persiste en nuestra sociedad. Sin embargo, esta historia no es única en esta ciudad de tránsito. Martín y Wendy se unen a una lista de personajes que llegan y pasan por aquí en busca de un futuro diferente.
En enero, dos jóvenes procedentes de Venezuela también pasaron por este lugar mientras viajaban en bicicleta hacia Uruguay y España. Martín y Wendy, dos almas aventureras que han dejado su hogar y se encuentran en una travesía llena de desafíos, nos recuerdan que hay diferentes formas de vivir la vida. Aunque no poseen teléfonos móviles ni pertenencias materiales, Wendy cuenta con una cuenta de Facebook para mantenerse conectada.
La historia de esta pareja nos muestra que detrás de lo que vemos superficialmente hay culturas diversas y personas valientes que deciden abandonar sus hogares por diversas razones.
Ahora, con la nota publicada, esperamos poder compartir más sobre su historia y brindarles el apoyo que merecen.